jueves, 26 de mayo de 2016

Arepa pa’ el alma


«[…]Yo estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo» 
(Mt 28:20)

«Yo soy el pan vivo bajado del cielo. Quien coma de este pan vivirá siempre [...] 
Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna [...] habita en mí y yo en él» 
(Jn 6:51.54.56).



Si eres venezolano, por favor sigue leyendo, que tú sabes bien lo que es una arepa. Si no eres venezolano y no sabes lo que es una arepa —pero quieres saberlo—, dale clic a la palabra: Arepa, y luego, ¡por favor!, no te olvides de volver aquí, a leer este texto que también es para ti.

Es sabido que la arepa es un alimento frecuente para la gran mayoría de venezolanos, en el desayuno o en la cena, rellena de carne (la pelúa), rellena de queso amarillo (la catira), rellena de pollo y aguacate (la reina pepiada)… En fin, una diversidad de rellenos puede contener la arepa, o incluso puede no tener (la viuda). ¡La arepa alegra el estómago y el paladar de quien la degusta... o la devora!

Bueno, yo voy a hablarles de algo parecido a la arepa, es redonda, es de harina y alimenta: Se trata de la Sagrada Hostia o Eucaristía.

¿De la hostia? ¿La de la Iglesia Católica? Sí, exacto.

Resulta que así como la arepa nos alimenta el cuerpo, la Sagrada Hostia nos alimenta el alma… Y… si alimentamos el cuerpo todos los días, ¿por qué no alimentamos el alma?...

Pues, resulta que Jesús, antes de partir al Padre, quiso quedarse para siempre con nosotros, y pensó: ¿Cómo puedo hacer para quedarme con ellos?... ¡Y se le ocurrió la brillante idea de hacerse alimento! 

El ser humano no vive sin alimento, eso lo sabía muy bien Jesús. Así que se quedó con nosotros en la Sagrada Hostia: Una delgada lámina de harina, que parece oblea, ¡pero no lo es! Claro está que esta es «una» de las maneras en las que Jesús está presente en su Iglesia, no la única.

Durante la misa, cuando el sacerdote consagra el pan y el vino, ocurre el misterio central de la fe católica, el fenómeno se llama: Transustanciación, y es la «conversión de las sustancias del pan y el vino en el cuerpo y la sangre de Jesucristo», según el Diccionario de la Real Academia Española.

El Catecismo de la Iglesia Católica, lo describe así: «En el corazón de la celebración de la Eucaristía se encuentran el pan y el vino que, por las palabras de Cristo y por la invocación del Espíritu Santo, se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Cristo.»

«En el Santísimo Sacramento de la Eucaristía están "contenidos verdadera, real y substancialmente el Cuerpo y la Sangre junto con el alma y la divinidad de nuestro Señor Jesucristo, y, por consiguiente, Cristo entero" (Concilio de Trento: DS 1651).»

...¡Sí!, ¡exacto!, ¡la Sagrada Hostia es realmente un sagrado misterio!, obra del Espíritu Santo. Por eso, nos narra el Catecismo de la Iglesia Católica: «Ante la grandeza de este sacramento, el fiel sólo puede repetir humildemente y con fe ardiente las palabras del Centurión (cf Mt 8:8): "Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme"» Así que, no nos queda más que decir eso y… ¡disfrutar del Banquete del Señor!

Creo que, como ha habido mucha incredulidad sobre la presencia de Jesús en la Eucaristía, él ha realizado varios «milagros eucarísticos», para fortalecer nuestra fe con hechos que demuestran su auténtica presencia en este sacramento. Entonces... si dudas: No te preocupes, no eres el único, ¡dale una oportunidad y sigue leyendo!

El milagro eucarístico más reciente ocurrió en Polonia, en el 2013, y puedes encontrar más detalles haciendo clic aquí. El milagro más antiguo, hace alrededor de 800 años, fue el que dio origen a la solemnidad de Corpus Christi —que se celebra hoy— lo puedes revisar haciendo clic aquí.

Además, voy a dejarte una lista de 6 frutos que se obtienen al comulgar (recibir la Sagrada Hostia o Eucaristía), según el Catecismo de la Iglesia Católica:

1. Recibir la Eucaristía en la comunión da como fruto principal la unión íntima con Cristo Jesús. 
2. Lo que el alimento material produce en nuestra vida corporal, la comunión lo realiza de manera admirable en nuestra vida espiritual. (Por eso, empecé hablando de la arepa). 
3. La comunión nos separa del pecado.  
4. Como el alimento corporal sirve para restaurar la pérdida de fuerzas, la Eucaristía fortalece la caridad que, en la vida cotidiana, tiende a debilitarse; y esta caridad vivificada borra los pecados veniales.  
5. Por la misma caridad que enciende en nosotros, la Eucaristía nos preserva de futuros pecados mortales. 
6. Los que reciben la Eucaristía se unen más estrechamente a Cristo. Por ello mismo, Cristo une a todos los fieles en un solo cuerpo: La Iglesia.
 
¿Vas a perderte El Banquete?, ¿al menos te di pistas sobre este sagrado misterio?: 
«¡Gusten y vean qué bueno es el Señor! [...]» 
(Sal 33 [34]:9)


Escrito por: Ambar Gómez, en la Solemnidad de Corpus Christi.

La ilustración: Arepa Venezuela (ruego que se llame así), de Oscar Olivares en Pinterest.com