estará también tu
corazón.»
Evangelio según San Mateo 6: 21 La Biblia, Traducción argentina.
«Cuando
yo abro un libro,
lo abro como puedo abrir un paquete de chocolate,
o entrar en
el cine,
o llegar por primera vez a la cama de una mujer que deseo.
Es decir,
es una sensación de esperanza,
de felicidad anticipada,
de que todo va a ser
bello,
de que todo va a ser hermoso.»
Ardito, E. y Molina, V.
[VirnayErnestoCine]. (2014, Noviembre 21). JULIO CORTÁZAR - Documental -
Capítulo 4 - Serie "Memoria Iluminada" [Archivo de video]. Recuperado
de https://www.youtube.com/watch?v=opy35I6rvtM&index=4&list=PLuGAGpZAknuUcz4qK_2q48eqDXeAJUnQn
Este artículo nace, sin duda alguna, de la reflexión, de algunas discusiones, de haber leído libros que no volvería a leer, de haber leído libros que volvería a leer. También, nace de ver mucha promoción de la lectura a través de las redes sociales, una potente promoción, que por un lado me encanta pero que por otro me preocupa… Y lo que me preocupa es sentir que se da por sentado que el hecho de leer es, en sí, bueno. Justo cuando siento eso, me dan unas profundas ganas de meterle un asterisco, una coletilla, alguna nota al pie que diga: Es bueno leer, ¡pero no cualquier cosa!
Es
bueno despertar millones de lectores, ¡es maravilloso!, pero lo mejor es
despertar millones de lectores conscientes
y selectivos. ¿Y qué es un lector consciente y selectivo? Es un lector que
no invierte su tiempo leyendo cualquier cosa, que no se nutre de cualquier cosa.
¿Y qué es cualquier cosa?
¡Ah!,
esa es una muy buena pregunta. Si uno se figura el para qué o el por qué lee la
gente, enseguida saltan muchas justificaciones: Para disfrutar, para conocer, «porque
me gusta meterme en mundos fantásticos», «porque me gusta el misterio», «porque
me gusta conocer historias antiguas». Etcétera, aquí caben muchas razones,
muchísimas, sin embargo, a mí me parece sumamente misterioso el hecho de que
alguien encuentre agradable tomar un libro y leerlo, así, por puro gusto. Eso me
resulta un poco oscuro, ¿qué es lo que pasa dentro de la persona que lee?...
Algo debe pasar… porque si no…
En medio de todo ese misterio, que
a mí me parece que existe en torno al mundo de la lectura y la escritura, he tratado de conceptualizar, a partir de mi análisis y mi experiencia, ciertos aspectos que voy a ir exponiendo aquí. Cabe destacar que a lo largo de este
texto, en todo momento me refiero a libros, lectores y escritores de literatura, exclusivamente. En el mismo
orden de ideas, con la palabra libro,
me refiero a un texto bien logrado, no necesariamente extenso, que de pronto no
tiene lomo, ni portada, ni contraportada. Ahora sí: Empecemos.
¿Qué es un libro?
Un libro es un misterio vivo,
que duerme, hasta que alguien lo comienza a leer, y ahí mismo todo un mundo despierta
y empieza a girar en torno al lector, el eje, por supuesto. Un libro es una
historia que comienza a respirar, a recrearse, en la persona que lee. De modo
que un libro, afecta: Los pensamientos, las emociones y las sensaciones del
lector; una terna poderosa, si nos fijamos bien. Aquí ya esto empieza a agarrar
cierta consistencia, y podemos concluir que un libro es un instrumento de afectación personal realmente poderoso.
¿Qué es un escritor?
Un
escritor es una persona que crea toda una secuencia de hechos, circunstancias y
personajes, otorgándoles vida propia, y que logra plasmar todo ese imaginario y/o
recortes y/o transfiguraciones de realidad, en palabras escritas. De allí que la efectividad del
escritor radique en su capacidad de traducir en palabras los esquemas de
pensamiento, las emociones y las sensaciones que dan vida a su obra.
Visto así,
un escritor es un creativo, que es a la
vez intérprete y traductor. La principal herramienta del escritor es el
lenguaje escrito, su esencia es la creatividad y su reto es traducir lo
inefable en palabras (¡!).
¿Por qué a alguien le gusta leer?
¡Ah!
No está fácil, pero voy a tratar de responder. No se preocupen si parecemos errantes
a través de las líneas que siguen a continuación, les prometo que poco a poco
se va a ir formando una especie de respuesta.
Hay
libros de suspenso, hay libros de terror, hay libros eróticos, hay libros
románticos, hay libros fantásticos, hay libros históricos, hay libros... En fin,
la oferta de libros es sumamente amplia.
Pienso
que hay muchas maneras de clasificar esa oferta. Una manera, bastante común, es
a partir de su temática principal, porque un libro siempre es una mixtura, pero
es el tema principal lo que atrae de entrada al lector, aunque ese tema resulte
ser algo epidérmico. Un poco más adentro, bajo su piel, el lector busca (porque todo el que lee busca) lo que el
tema le produce a él internamente. Internamente,
en este caso, quiere decir: Lo que el tema le produce al lector en su
pensamiento, en sus emociones y en sus sensaciones. De manera que, el lector busca la exaltación o la
afectación de su ser a partir de lo que lee.
Leamos
de nuevo la última oración, porque es importante: El lector busca la exaltación o la afectación de su ser a partir de lo
que lee. Pausa libre.
Por
lo anterior, resulta de suprema relevancia, al menos desde mi punto de vista, que todo lector sea un lector consciente,
en primer lugar, y selectivo, en segundo lugar.
¿Por
qué esa secuencia de relevancia? Muy sencillo, para que sea la consciencia la
que guíe la elección, y no al revés, como suele suceder. Voy a extenderme más
en este punto.
Todos
los lectores somos inconscientemente selectivos, todos tenemos gustos; que normalmente no pasan por el
filtro de la consciencia, sino que, naturalmente, nos sentimos inclinados a
leer libros de suspenso o historias románticas, y los leemos.
Detrás
de estas inclinaciones naturales, está la búsqueda que el lector hace en pos de
aquello que exalta o afecta su pensamiento, sus emociones y sus sensaciones,
como lo dije anteriormente.
Así,
por ejemplo y desde mi punto de vista, un lector que se inclina por libros de
suspenso o thrillers, es un lector
que ama la adrenalina que corre por las
páginas de libros como los de John Katzenbach, por decir algo. Los libros de ese autor, son libros que tienen
una carga de acción, de eventos inesperados, de enigmas, de vericuetos tales
que su afectación en el lector es semejante a la de un paseo en montaña rusa: Pura
tensión, con trayectos de subidas y bajadas de adrenalina, de euforia, de
sigilo, de expectativa, de miedo, de liberación, de triunfo, de poder... Los libros de suspenso inciden
principalmente en las emociones y sensaciones del lector, y muy poco en los
esquemas de pensamiento.
Me
gusta esto de revisar un poco qué es lo que hay detrás de lo aparente, de lo
epidérmico. Espero que a ustedes también les agrade, y más que eso: Espero que lo
encuentren útil.
Continuemos.
Dirijámonos ahora hacia la dermis, y más por debajo, de un lector que disfruta
leyendo novelas históricas, crónicas y demás colindantes. Este es un lector que
busca afectar sus ideas, sus formas de pensamiento, es un lector que busca
entender realidades, tal vez encuentra placentero un cambio de época, una
visión distinta de la realidad del mundo que lo rodea o tal vez busca entender
mejor su propia realidad, sus circunstancias, el papel que juega como individuo.
Independientemente de que tan lejos en el tiempo sea el viaje que haga este
lector a través del texto que decide leer, su lectura es, indiscutiblemente,
un viaje: Al pasado remoto, al pasado inmediato o incluso un sobrevolar las
circunstancias actuales; siempre con la expectativa de conocer más, de conocer
mejor, de entender, de tener una perspectiva más amplia o más clara de hechos
que son parte de la historia. No es que en estos libros el lector sienta que
sus emociones y sus sensaciones no se exaltan, eso sería imposible, sino que esa
afectación nunca se acercará a la que produce un libro de suspenso, por
ejemplo. La afectación principal de estos libros que lee un lector de novelas
históricas, crónicas y similares, ocurre en el esquema de pensamiento.
Muy
bien. Hagamos una breve pausa y recapitulemos qué hacemos aquí, debajo de esta
dermis de alguien cuyo gusto principal son los libros históricos, las crónicas
y cosas por el estilo:
Yo
decía, más arriba, que «resulta de suprema relevancia, al menos desde mi punto
de vista, que todo lector sea un lector consciente, en primer lugar, y
selectivo, en segundo lugar.»
Con
los gustos del lector, me refería a
lo selectivo. Este lector de libros históricos es un lector selectivo. Lo es
naturalmente, así como respirar es natural. Ahora, ¿este lector, debajo de cuya
dermis estamos, será consciente del por qué se siente inclinado hacia los
libros históricos, las crónicas y esas temáticas?
Muy
probablemente no. Muy pocas veces nos
detenemos a cuestionar las inclinaciones naturales. Pero, a nivel de
lectura y dada la variedad de la oferta, pienso que es necesario. ¿Por qué? Es
simple: Porque puedes estar permitiendo que lo que lees afecte tus
pensamientos, tus emociones y tus sensaciones, de maneras poco beneficiosas o,
incluso, poco saludables. Resulta que el
mundo no se puede tomar así, sin más, sino que hay que filtrarlo, como se
filtra y separa el agua de impurezas… A no ser que uno quiera tomarse las
impurezas… y luego…
Hagamos
otra pausa aquí, para sentir todo el peso que tenemos encima, toda la
responsabilidad que recae en nosotros, como lectores, al leer lo que decidimos
leer. ¿Somos bien responsables, no? A
veces, incluso, somos responsables de lo que leen esos lectores jóvenes, arcillas
blandas, a quienes custodiamos…
Esa
libertad de elegir supone una responsabilidad, y esa responsabilidad nos otorga,
también, un poder. Entonces, sintamos todo el poder que tenemos dentro de
nosotros, a la hora de decidir qué leer y qué no leer. ¡Lectores, somos sumamente poderosos!
Ahora
sí, responsables y empoderados, continuemos, preguntémonos: ¿Entonces, qué es
lo que hay que leer?
Pues,
la respuesta ya la debes saber: Es bueno
leer, ¡pero no cualquier cosa!, sino los libros buenos.
Y…
¿Qué es un libro bueno? ¡Tremenda pregunta!, sobre todo si consideramos que
cada cabeza es un mundo, y que cada persona responde desde su punto de vista. ¡Cuántos
millones de respuestas para esta pregunta!, pero apuesto a que en todas ellas
hay consenso en que: Los libros buenos son los libros que te afectan de manera
constructiva, son los libros que aclaran, que elevan sin adicciones, que te dan
nuevas o mejores perspectivas, que propenden al bien. Los libros buenos son aquellos de donde se sale sintiéndose una persona
diferente, renovada, una persona que es mucho mejor de lo que era la persona
que entró por primera vez en esas páginas.
Ahora
y después de todo, ¿cuál diría yo que es
un libro bueno? Sé de varios, pero en este momento diría que Los miserables. Una novela escrita
por Víctor Hugo y publicada por allá en el año 1862. Si desean mayor
información respecto a este libro, los invito a visitar este enlace, me parece
que está muy completo: http://bit.ly/1LwkfPH
Esa última invitación es una buena
práctica, ¿no?, leer reseñas, comentarios, opiniones, antes de leer un libro. Hay que filtrar el mundo, tomar sólo lo
bueno. Es bueno leer, sí, ¡pero no cualquier cosa!
Aquí
dejo algunas frases de Los miserables, porque creo que sus
palabras, desde ya, pueden exaltar de buena manera sus ternas poderosas:
1. «Las criaturas más feroces se sienten
desarmadas cuando se acaricia a sus cachorros.»
2. «Pero el que allí estaba no era de los
que el ojo humano puede ver.»
3. «Le parecía que sentía abrirse las alas
que tenemos todos dentro de nosotros.»
4. «Las horas de éxtasis son siempre un
minuto.»
5. «El miedo es mudo.»
6. «No ver a las personas es cosa que
permite suponer en ellas todas las perfecciones.»
7. «[…] se veían y, como los astros en el
cielo que están separados por millones de leguas, vivían de mirarse.»
8. «Hay momentos en que cualquiera que sea
la actitud del cuerpo, el alma está de rodillas.»
9. «[…] lo malo de los calabozos es que dejan
soñar a seres que deberían estar trabajando.»
10. «El
llanto es una de las formas de la suprema dicha.»
Y, ya para terminar, ¿cuál diría yo que es un libro malo? Sé de varios, pero ya llevo cinco cuartillas y ustedes están leyendo esto en una pantalla electrónica, con tanta luz que parece la del cine… Mejor esta respuesta la dejamos para un próximo ensayo, ¿verdad?
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Escrito
por: Ambar Gómez
La
foto: White-book-1-1240688, de Andrzej Pobiedziński en Freeimages.com